“En la oscuridad puedo colgar en las paredes de mi mente lienzos de colores, en la soledad puedo ver quién soy bajo la piel"
Beatriz y los cuerpos celestes

domingo, 4 de marzo de 2012

Apuntes nocturnos

Segundo de Bachillerato suele ser uno de los cursos más memorables en la vida de un estudiante. Memorable por lo que representa, claro está. No es fácil hacerle frente, y muchos sucumbimos a los momentos de agobio y bloqueo cuando sentimos que no podemos más. ¿Qué hacer entonces?



Es un curso muy completo. El temario se amontona en cuestión de pocos meses, y en ocasiones sientes que te van a faltar horas del día para estudiar. Estudiar. Estudiar, estudiar y estudiar. Es una obsesión, creedme. Pero claro, todo lo que recibamos en exceso acabará por dominarnos, por no dejarnos vivir en paz... y eso no es bueno.

La rutina puede llegar a ser nuestra peor enemiga: despertador, seis horas de clase, comida, ratito de ordenador, estudio, cena, ducha y estudio (en ocasiones, hasta altas horas de la madrugada). De las salidas nocturnas y momentos de esparcimiento despídete hasta las épocas de menos exámenes o vacaciones. "No te agobies, que no es para tanto", dicen muchos. "Tómatelo más tranquilamente, hay cosas peores", aconsejan otros... y llega un momento en que no sabes si tienen razón o no. ¿Me estaré volviendo loca? 

Si es que ya lo sabía yo. Sabía que esto iba a ser duro, y que tendría malos momentos, situaciones en las que no podría más. Es justo eso lo que me pasa ahora mismo. Estoy bloqueada. Me cuesta la misma vida ponerme a estudiar, y de mantenerme mejor no hablemos. Horror. Un ratito en el ordenador se convierte en una larga media hora, y los contenidos a estudiar bailan por mi mente sin encontrar un lugar fijo en el que asentarse para salir a la luz ante el temido examen. "Te estás volviendo una chica mala, Mar"- murmura mi alter ego cuando suspiro sonoramente y apago la luz del flexo. La siguiente imagen es bastante representativa:



El esfuerzo empleado en este curso es inmenso, y en ocasiones no se valora como debiera. Y mientras tanto, yo me devano los sesos haciendo esquemitas y levantándome temprano tras haberme acostado a las mil y una de la noche. ¿Merece la pena?

Pues sí, merece la pena. Merecen la pena los dolores de cabeza, las primeras horas de clase con los ojos inyectados en sueño, la muñeca abierta de tanto escribir, los mini ataques de nervios ante un final... Todo merece la pena cuando terminas y sabes que has hecho las cosas bien, que nadie puede arrebatarte lo que te mereces, lo que tú solita has conseguido. (De nuevo, mi alter ego tratando de persuadirme para que cierre esta entrada de blog y me ponga a estudiar Francés).

 PD: Otro día os enseñaré los dibujos de mi alter ego en la agenda. No penséis que soy una mala estudiante... es internet, que me corrompe :P