“En la oscuridad puedo colgar en las paredes de mi mente lienzos de colores, en la soledad puedo ver quién soy bajo la piel"
Beatriz y los cuerpos celestes

lunes, 2 de septiembre de 2013

El niño

La verdad es que no soy una persona muy dada a las muestras de cariño, lo reconozco. Sólo me abro con las personas con las que estoy realmente a gusto, con aquellas que me muestran lo mejor de sí mismos, y me hacen darme cuenta de que las inseguridades del pasado quedaron atrás. Por suerte, en los últimos tiempos estoy conociendo a muchas personas así, y entre todas ellas, hoy tengo que hablar de Jose, un niño maravilloso que hoy cumple años, 25, para ser exactos.

Fue él el que me dijo que los demás contaban conmigo para ir a Granada, el que me ha cuidado y protegido desde que empecé mi particular aventura bloguera como si fuera mi hermano mayor. Siempre ha tenido una palabra de cariño para mí, y en el viaje me trató mejor que bien. Y como ya he comentado, nunca, nunca, voy a olvidar ese último abrazo en el tren que consiguió que se me saltaran las lágrimas.

Jose, amigo, compañero, vales mucho. Espero que este nuevo año sea inmensamente feliz para ti, que lo disfrutes como nunca, que alcances todas tus metas y proyectos, y que disfrutes todo lo que puedas y más junto a la gente que realmente te quiere. Tienes el don de contagiar tu risa, tu alegría, tu ternura. No cambies nunca, y sigue siendo "el niño", nuestro niño, al que tanto queremos. Sigue apuntándolo todo en tu libretita, sigue sonriéndole a la vida, siendo tan agradable y cercano como siempre lo has sido. Mil gracias por todo, de corazón.

Me dijiste que soy tu ojito derecho, y sabes que estoy orgullosa de serlo. ¡Feliz Cumpleaños! :D


Ranking de Canciones y Videos Monguer del Viaje Blogger a Granada

Sí, amigos. No todo en Granada fue paz, amor y glamour en las fotos. Bueno, ya sé que lo del glamour en las fotos quedó atrás después de mi foto-choni y la de Pimiento-alien, que seguramente habréis visto en esta entrada. En cualquier caso, podemos estar orgullosos de decir que tuvimos nuestra propia banda sonora que nos acompañó durante toooodo el viaje. Es más, yo a día de hoy sigo escuchando esas cutre-canciones, clásicos de la música española de ayer, hoy (y, espero que no para siempre jejeje) y videos monguer por doquier que me transportan a los buenos momentos que vivimos allí. De nuevo, id a por palomitas, y... ¡comenzamos!

1.- La Ventanita.



Inevitablemente, esta fue LA CANCIÓN, así, con mayúsculas, del viaje. "Desde que me dejaaaaste, la ventanita del amor se me cerróooo". ¿La responsable? La amiga Pimiento, que comenzó a tararearla nada más llegar al apartahotel y nos contagió a todos este peculiar ritmillo salsero. También tengo que decir que yo comenzaba a tararearla en los momentos más insospechados, pero os aseguro que es demasiado pegadiza como para dejar de hacerlo.

2.- Y voló...


... y me hizo volar, y yo volé de él. Sin lugar a dudas, EL VIDEO del viaje. No sé a ciencia cierta cuántas veces llegamos a verlo, pero lo que si sé es que se nos quedó grabado. Mítico. Démosle las gracias a Mandi por esta particular aportación... Yo personalmente me parto cada vez que lo veo.


3.- La Tía Enriqueta


¡Me voy de bareta! Sin palabras. Muy grande, Chimo Bayo. Cortesía de Naar y Jose.

4.- Sueño Contigo


La banda sonora de mi momento-choni, aportación personal de la mano de Camela. ¿Os acordáis del bailecillo que me marqué en el salón del apartahotel? Yo casi que prefiero no recordarlo jajajaja

5.- ¡¡¡CORRE, PLÁTANO!!!



La felicidad debe ser algo parecido a Naar y yo riéndonos como locas recordando este momentazo de Los Simpsons. Es jodidamente absurdo, pero me encanta y siempre me hace sonreír.

6.- TROLOROLOLOLOLO




No me digáis que no es pegadizo. ¡Trolorololololololo lololololooooo! Nótese que os he puesto la versión de 10 horas ininterrumpidas... inquietante, ¿verdad?

7.- Van Damme bailando la Vaina Loca



Sin comentarios. Es simplemente épico.


¿Se me ha olvidado alguno? Que ya sabéis que lo de la mala memoria iba en serio! :P



Granada 2013: una gran experiencia Blogger


AVISO: Este post promete ser muuuuuy largo y revelador. ¡Id a por palomitas! : D

Sí, sí, sí, he vuelto a casa (y no precisamente por Navidad) después de un intenso verano al que me da pena despedir y que, de hecho, no despediré hasta bien entrado octubre gracias al buen clima que tenemos en Almería. Digo que este verano ha sido intenso porque ha habido de todo un poco: playa, trabajo de clases particulares, visita de mi prima de Madrid, fiestecillas con amigos, laaargas siestas, paseos... Pero, si me dieran a elegir entre todas las cosas que he hecho, sin lugar a a dudas me quedaría con el acontecimiento estrella de los últimos meses: el pedazo de viaje a Granada que nos hemos marcado NaarJose (al que felicito desde aquí por su cumpleaños), Pimiento y TomateQuejica y Toño, y yo.

¡Menudo grupo! <3


Veréis, la idea surgió hace varios meses.  Jose y las hortalizas ya me habían comentado que se habían visto el verano pasado en Granada, y que se lo habían pasado genial. Los que realmente me conocen saben que soy una enamorada de esta ciudad, y que tenía muchísimas ganas de volver a visitarla. Un buen día, me conecté a Facebook y me propusieron ir con ellos... ¡qué ilusión! La verdad es que tenía muchísimas ganas de conocer a las personas que están detrás de los blogs que tan buenos momentos me han hecho pasar. Cuando me enteré de que Quejica y Naar se nos unían, no pude alegrarme más. ¡Por fin iba a conocerlos a todos!

Las semanas previas al viaje las pasamos organizándolo todo: el apartahotel, las entradas para ver la Alhambra, el tren... Conforme se iba acercando el "día D", yo me iba poniendo cada vez más nerviosa. La verdad es que tan solo un año antes no me hubiera atrevido a viajar yo sola para conocer a personas a las que, al fin y al cabo, no había visto en mi vida. Sin embargo, estos chicos se hacen de querer, y algo me decía que todo iba a salir a pedir de boca y que sería una gran experiencia. Y, por suerte, no me equivoqué en absoluto.

La mañana del 21 de agosto, cogí el tren desde mi querida (y a la vez odiada) Almería rumbo a Granada. El interior del tren estaba prácticamente congelado. Señores de Renfe, hagan ustedes el favor de controlar la temperatura de los trenes, ¡que llegué pajarito a Granada! Cuando el tren se detuvo en la estación, salí la primera del vagón y vi una mano que me saludaba a lo lejos. ¡Era Jose! Sonreía. Tenía muchísimas ganas de conocerlos a todos... Pimiento y Tomate, a las que a partir de ahora llamaremos "las malajes", se acercaron con él para recibirme. ¡Qué bonito todo! Después de que los tres se tomaran una caña a las 11 de la mañana (cosas más raras se han visto, oigan), fuimos a nuestro apartahotel, donde nos esperaba "la rancia estreñida", que no era otra que la recepcionista. La tía nos tuvo esperando un buen rato hasta que conseguimos las llaves de nuestro nidito de ¿amor?. Por suerte, pudimos sentarnos en un sillón bastante mullido en el que Jose casi se queda dormido y las hortalizas aprendieron a abanicarse como marujas, dándose golpes con las varillas en el pecho. Muy modernas, ellas.


Tomate, en su máximo esplendor de marujeo


Tras aluciflipar con la mini-cocina que descubrimos por sorpresa en el apartahotel, posar en las camas al estilo "píntame como a una de tus chicas francesas" y dejar las maletas, fuimos de nuevo a la estación para recibir a Naar. Debo decir que me ha encantado conocer a todos los que hemos formado parte de este viaje, pero lo cierto es que tenía unas ganas de darle un abrazo a esta niña que no podía con ellas. Ha sido mi "hermana mayor a distancia" durante unos meses, me ha aconsejado y ayudado en momentos difíciles, y por fin iba a conocerla. En esto estaba yo pensando cuando, de pronto, Pimiento se saca una careta de alien de debajo de la camiseta y se la pone, tan pancha. Tomate se puso más roja de lo que ya de por sí es (porque es un Tomate, claro) y Jose empezó a dar vueltas de un lado para otro con su latita de Limón y Nada, como si no nos conociera. A Pimiento le dio igual que hubiera un policía a escasos metros de nosotras y que estuviéramos en un sitio público; ella se sentó tan a gustito con su careta, y nadie consiguió que se la quitara hasta después de que llegar Naar. ¿El motivo? Se había acordado de su entrada de los aliens, donde decía que seguramente uno de ellos la recibiría al llegar a Granada, y decidió darle una sorpresa. Más maja, ella...

Pimiento-alien, un especimen peculiar

Por fin llegó nuestra querida Naar. Qué ojazos tiene, la jodía. Nos abrazamos todos, nos dimos muchos besos, y caminamos bajo un sol de justicia dirección al apartahotel. Ya allí, las hortalizas se apoderaron del sofá-cama mientras Naar espantaba arañas con el palo de la escoba y yo me hinchaba a galletas. Jose, como podréis imaginar, contemplaba la escena asombrado. Pobrecito mío. Tras comer una mini pizza recalentada en un sitio al que nos llevó Pimiento, fuimos a recibir a Quejica y a Toño. Más simpáticos no se puede ser, de verdad. Tengo que decir que nos cayeron genial desde el primer momento y que pasamos muy buenos ratos con ellos. Y por cierto, de Amapola y Margarita mejor que os hable Naar, que seguro que lo está deseando jejejeje

A partir de entonces, todo sucedió muy rápidamente, quizás porque lo estábamos pasando muy bien: siestazas en el apartahotel, bromas y risas a punta pala, confidencias... Debo decir que terminé con la espalda hecha polvo por culpa de los muelles de mi cama, pero mereció la pena, sin ninguna duda. La visita a la Alhambra fue espectacular, aunque casi morimos por culpa de una insolación. ¡Qué calor hacía! Además, había chinos por todos lados fotografiando hasta las gotitas del agua de las fuentes y chonis vestidas de moras posando en cada rincón. Muy idílico todo. Por suerte, Jose nos refrescó con su pulverizador de agua y Tomate contribuyó a la causa con su abanico de Maruja.  Bromas aparte, la Alhambra es preciosa. Quizás la hubiésemos disfrutado más con menos calor, pero igualmente fue toda una experiencia poder visitarla. En este punto del viaje, mi cámara comenzó a hacer de las suyas y tuve que echar mano de la de Jose para poder seguir con mi papel de fotógrafa oficial. Y ojo, yo encantada de poder inmortalizar cada uno de los momentos que vivimos, porque merece la pena recordarlos.





Después de bajar de la Alhambra, estábamos hechos polvo de tanto caminar bajo el sol. Y entonces, cometimos el ERROR de dejarnos influir por una chica que repartía propaganda de un sitio llamado "Pecado". Tras varios minutos allí dentro, descubrimos que el verdadero pecado era entrar en aquel reducto del averno. Bueno, igual me he pasado, pero no exagero si digo que el sitio nos decepcionó muchísimo. Nos sirvieron ensaladilla rusa (perdón, mayonesa con guisantes) y la camarera se puso muy flamenca cuando le hicimos una pequeña reclamación. Consejo: no vayáis ni aunque os paguen por ello. Afortunadamente, al salir de allí encontramos un bar más pequeñito donde el camarero nos trató infinitamente mejor, y eso es de agradecer. Por la noche, el Paseo de los Tristes (que no de los Pobres, como decía Jose) nos acogió con una inmensa luna llena y la magia de esa Granada moruna que siempre me gusta recordar. Y en este punto, no me puedo olvidar de esa noche de confidencias en la que Naar y yo nos quedamos hablando hasta las tantas de la madrugada.  Realmente no dejo de aprender de ella, ni me canso de hacerlo.


Tiene embrujo...



Y así, llegó mi último día de viaje en Granada. El resto del grupo permaneció allí hasta el domingo, pero yo me tuve que ir el viernes, pero no sin antes dejarme llevar por mi instinto choni y sacar a relucir todo el repertorio de Camela. Yo ya sabía que era un poquillo choni antes de esto, pero ahora no me cabe ninguna duda jajajaja

Prometo que no volverá a ocurrir

Llegado el momento de coger el tren, me di cuenta de que todos tenían el semblante muy serio, y eso no me gustaba nada de nada. Quería que mi despedida fuera alegre, como lo había sido el resto del viaje, así que hice mi mejor esfuerzo por hacerles reír y disfrutar los últimos momentos con ellos. Aunque sólo habían sido tres días, fueron más que suficientes para darme cuenta de que esta gente vale muchísimo. Me han tratado genial, me han hecho reír, me han dado comprensión, cariño y apoyo, y eso es mucho más de lo que podría decir de otras muchas personas con las que he compartido muchos más momentos de mi vida. Estos chicos valen millones, y estoy deseando volver a verles. Eso sí, nunca olvidaré a Naar y a Tomate traduciendo el mensaje de la chica de megafonía "voi trois" por "cua, cua". ¿Tengo que quererlas o no tengo que quererlas?



Pero, sin lugar a dudas, los momentos más difíciles vinieron después del abrazo de grupo, a partir del cual no pude reprimir una lagrimilla. Estaba emocionada y me daba mucha pena irme. Estaba tan "atontá", que si no llega a ser por Naar, cojo el tren de Sevilla en lugar del de Almería. A pesar de que  repitieron por megafonía varias veces que los acompañantes no debían subir al tren, Jose, mi niño Jose, me hizo el favor de subir para colocarme la maleta. Nunca voy a olvidar ese último abrazo que le dí en el tren con los ojos aún llorosos, ni la despedida pañuelo en mano que le dediqué al resto del grupo desde la ventanilla. Eso sí, en cuanto el tren se puso en marcha, saqué un Kleenex y me puse a llorar. Si es que no lo puedo evitar, detesto las despedidas. Y esta gente me ha marcado muchísimo. Estoy deseando volver a verles, y quiero que sepan que se han llevado un pedacito de mi corazón a sus ciudades, y que aquí tienen a una amiga para toda la vida.

Chicos, ha sido una experiencia maravillosa que no voy a olvidar nunca, y espero que la repitamos en cuanto se pueda. Naar, Jose, Pimiento, Tomate, Quejica, Toño, me ha encantado conoceros y poder compartir un trocito de vuestro verano con vosotros. Que sepáis que sois una gente increíble, y que me alegro un montón de haber ido a Granada. Gracias por haberme tratado tan bien y por haber sido tan buenos conmigo. Me llevo vuestras dedicatorias en esa preciosa imagen de la Alhambra y, sobre todo, en el corazón. ¡Os quiero mucho!.



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