“En la oscuridad puedo colgar en las paredes de mi mente lienzos de colores, en la soledad puedo ver quién soy bajo la piel"
Beatriz y los cuerpos celestes

sábado, 28 de junio de 2014

El amor libre también es posible


Me pregunto si aquellas personas que discriminan a otras por amar a alguien de su mismo sexo han querido a alguien en su vida. Si saben de amor, de entrega, paciencia, alegría y dolor, o si son simples autómatas, borregos que actúan en cadena movidos por las normas absurdas que aun hoy arrastra esta sociedad desde hace demasiado tiempo.



Hoy se celebra el día del "Orgullo LGTB", pero como siempre que se celebra el "día de...", pienso que deberíamos tenerlo presente siempre. El amor no entiende de sexos, de razas, de países, de clases sociales, ni de ningún otro factor... Simplemente existe, porque no hay nada más bello y más puro. Existe con sus miles de inconvenientes y con esas dificultades que, una vez superadas, lo enriquecen y lo hacen más fuerte. Pero no existe desde el rencor y el resentimiento de personas que se creen con derecho a elegir a quién se puede querer y a quién no, quién es digno de tus besos y quién no. Me parece algo totalmente absurdo. ¿Acaso somos nosotros mismos dueños de nuestros sentimientos? ¿Podemos elegir a quién amar y a quién no? No, no podemos. Y mucho menos puede elegir por nosotros otra persona. 

De las muchas formas de rechazo y acoso que existen, el que va contra los homosexuales me parece una de las más mezquinas y ruines, porque se opone, nada más y nada menos, que al amor. El hecho de querer a alguien ya proporciona demasiados quebraderos de cabeza (a la par que momentos inolvidables si es correspondido) a quien lo siente como para que otra persona limite sus sentimientos y le prohíba amar a esa persona. Y yo me pregunto, ¿es eso realmente posible? ¿Se puede obligar a alguien a dejar de querer a otra persona? No, y mil veces no. Es imposible, y también muy injusto que existan personas que no cejen en su empeño por conseguirlo.


Si algún día tengo hijos, nunca, jamás les prohibiré amar a nadie. Me dará igual si quieren a un hombre, a una mujer, o a una tortuga. Su felicidad será lo único que me importará, porque no existe nada más importante. A ver si muchas personas que se creen con derecho a mirar con desprecio a una pareja homosexual besándose por la calle o paseando de la mano aprenden de una vez esta lección. A ver si se enteran de que querer a alguien del sexo opuesto no les hace más dignos ni más merecedores de palabras y gestos de amor, y de que querer de forma noble y desinteresada, sea cual sea tu pareja, es lo más grande que te puede pasar en la vida.

Quizás mis palabras no sean suficientes para cambiar la mente obstinada de muchas personas, pero no podía dejar de mostrar mi apoyo a quienes alguna vez se han sentido discriminados o infravalorados por su condición sexual. No os rindáis nunca y tampoco dejéis de luchar por vuestros derechos, que son los derechos de todos. Tal vez sea una utopía, pero ojalá que llegue el día en que los prejuicios queden atrás por completo y podáis vivir vuestras vidas sin ambages ni reservas, porque querer, o incluso sentir un mínimo de atracción por alguien de tu mismo sexo, NUNCA, jamás, en ningún caso es un delito.



Se ha avanzado mucho, pero aún queda un largo camino por recorrer. Y yo estoy segura de que, tarde o temprano, se eliminarán las barreras y todos los besos, abrazos y palabras de amor tendrán a los ojos de toda la sociedad  el primer y único valor que merecen: EL MISMO. 



Me ha parecido demasiado buena como para pasarla por alto xD



martes, 17 de junio de 2014

Porque todo pasa

¿Sabéis ese sitio al que uno va cuando quiere desconectar de todo? Pues mi sitio es este blog, Canciones de Madrugada. Que sí, que sé no se me ha visto el pelo estos meses, pero necesitaba alejarme un poco de todo esto. Además, han pasado cosas. Cosas malas. Y buenas, también. Pero más malas que buenas.
Pero bueno, no he venido a lamentarme.

Un día te paras a pensar, miras a tu alrededor y sientes que no comprendes muchas de las cosas que te rodean. No entiendes ciertas ausencias, ciertas cosas que no deberían haber ocurrido, nunca. Y piensas "bueno, tal vez debía ser así". Sí, tal vez. Pero, ¿y si se pudo haber cambiado? ¿Por qué tuvo que ser así...? Lo cierto es que de nada sirve pensar en lo que podría haber pasado. Pasó lo que pasó, no hay vuelta atrás.

¿Cómo se afrontan esas situaciones en las que no sabes muy bien qué hacer? ¿Cómo ha de actuar uno cuando no entiende nada? ¿Cómo seguir, si sientes que has perdido el impulso? Pues intentando caminar, como siempre. Teniendo momentos jodidos, de esos que te hacen llorar bastante, pero también secándote esas lágrimas y decidiendo que debes continuar.

Cuando escribí esta entrada las cosas eran muy diferentes, pero todo cambia, y avanza continuamente... Nada es para siempre. Sin embargo, yo confío en mí misma y en mi capacidad de superación. Sé que, a pesar de los problemas, no está todo perdido. Que nadie se crea que siempre soy tan optimista; hay veces en las que nada tiene sentido, pero al final lo tiene. Seguro que sí. Y que al final del camino, cuando echas la vista atrás, de lo único de lo que no debes arrepentirte es de haber sido siempre tú misma.

Hace poco leí una entrada de Naar que me gustó bastante, esa en la que puso fragmentos de canciones que recordaba una noche mientras conducía. Esa. Naar es la hostia, todo hay que decirlo. No porque sea mi amiga, claro (o sea, no) sino porque le echa un par. Ya se lo dije; la quiero y la admiro. De mayor quiero ser como ella, con o sin gato, pero con la misma fortaleza y la misma forma de continuar.

Y mientras pienso en mi futuro yo como pseudo-Naar, aquí estoy, estudiando unos exámenes que me tienen bastante hasta las narices y dando clases particulares a gente pesada que suspende continuamente, pero eso es un mal menor. Ya estoy acostumbrada, y al fin y al cabo, gano dinero. Algo es algo. En fin, creo que me estoy extendiendo demasiado, esperando que leáis todo este tocho después de dos o tres meses sin decir ni esta boca es mía. No tengo vergüenza, no. No me gusta ser quejica, ni venirme a menos, pero sí que me gusta escribir las cosas que me ocurren y, cuando pase un tiempo, volver a leerlas con satisfacción y pensar "ya pasó". Porque pasará, seguro. Siempre pasa.

Nos leemos por aquí, más tarde o más temprano, pero me niego a echar el cierre. Soy como la orquesta del Titanic, pero en versión low cost

Buenas noches.