“En la oscuridad puedo colgar en las paredes de mi mente lienzos de colores, en la soledad puedo ver quién soy bajo la piel"
Beatriz y los cuerpos celestes

miércoles, 22 de enero de 2014

Tipos de profesores

Pues sí. Ha llegado esa fascinante época del año resumida en una palabra inquietante y sinestra:

EXÁMENES.

Pero este año no quiero agobios de ningún tipo, que luego es peor. Simplemente me dedicaré a pasar dos o tres semanas de vida monacal alejada del resto de la humanidad, y que sea lo que tenga que ser. *Suspiro*

Como vivo entre apuntes, libros y demás, la temática académica es la que más se me viene a la cabeza en estos momentos. ¿Y qué está más relacionado con la vida académica que un profesor? Un profesor en condiciones.

*Cri cri cri lejano de un grillo*

Yo creo que para ser profesor hay que tener, sobre todo, mucha paciencia. Muchísima. Ese es uno de los principales motivos por los que yo nunca lo sería. Antes ya pensaba así, pero desde que doy clases particulares, lo tengo más que decidido. De todas formas, hay muchos tipos de profesores, y la condición del alumnado  influye bastante en su proceder. Así, a rasgos generales, podemos encontrar...

1.- El pasota.
Es el típico que suele decir "a mí me da igual que aprobéis o no, porque me van a pagar lo mismo". Muy motivador, si señor. Le da igual ocho que ochenta. ¿Que la clase grita cual jauría de lobos hambrientos? No pasa nada, ya se cansarán. ¿Que un alumno tiene una duda? Que la resuelva con el libro de clase, o que busque en internet... Total... me van a pagar igual.

2.- El extraño.
Aquí hay muchas variedades. Lo mismo te salen con que tienen una colección de veinte calculadoras de la que no paran de presumir continuamente, que te miran de una forma inquietante. Tienen gestos, tics y manías que los delatan, como apuntar sorpresivamente a alguien con el dedo índice o dar golpecitos en la pizarra compulsivamente. Dan un poco de miedo.

3.- El cabrón.
Perdón por la expresión, pero no se me ocurre otra más apropiada. Desde el primer día de clase te dejan bien claro que su asignatura es muy difícil de aprobar. Te quita las esperanzas de salir victorioso del examen, y es capaz de restarte una décima por un fallo minúsculo. Todos lo adoramos, ¿verdad?

4.- El cotilla.
Lo sabe todo de todos: quién está de guardia, la separación del jefe de estudios, que Fulanito ha roto con Menganita y se ha echado una nueva novia, que la de Filosofía se ha comprado un coche... Cuidadito con tenerlo cerca, porque las pilla al vuelo. Es capaz de someterte a interrogatorios de tercer grado dignos del FBI, así, como quien no quiere la cosa.

5.- El misterioso.
Todo lo contrario al anterior. Nos cuesta imaginar su vida fuera del centro de estudio, porque apenas proporciona referencias sobre ello. De pocas palabras, introvertido y escueto, es frecuente verle en lugares apartados, y no suele relacionarse con el resto de profesores. 

6.- El especial.
Sí, todos tenemos a ese profesor que, irónicamente hablando, es especial. A él no le basta con que entregues un trabajo limpio y ordenado, no. Tienes que hacerlo a interlineado doble, grapado y con numeración inferior, con la Arial Black en tamaño 11. O tal vez tienes que borrar la pizarra antes de que entre, para que la encuentre totalmente limpia. O quizás te cambia el nombre y te llama "Encarna" o "José Alfredo" en lugar de tu propio nombre. O suelta expresiones como "eres más hortera que una caja de muertos con pegatinas". Una maravilla.

7.- El loco.
¿El de Filosofía? Tal vez. En mi caso fue el de música. Hablaba solo continuamente, rompía CDs cuando perdía los nervios y nos decía que la culpa de que fuéramos unos futuros delincuentes en potencia era del gobierno. Tocaba la música de los anuncios del Corte Inglés, le molestaba el ruidito del velcro al despegarse y  nos ponía La Bella y la Bestia para sensibilizarnos un poco, porque nos veía caras de bestias pardas. No sé si en realidad ese hombre tenía motivos para estar hasta las narices de mi clase, o más bien estaba un poco trastornado. Quién sabe.

8.- La pija insufrible.
Cada día lleva un modelito distinto. El eco de sus tacones resuena por las escaleras, y las niñas sueñan con tener un vestidor como el suyo algún día. A mí me parece una frivolidad ir a un centro de estudio (y más público) a fardar de las pieles y los abrigos que te compras, pero allá cada uno con sus gustos. Eso sí, la profesora pija de mi instituto se enfadó conmigo un día. Resulta que se puso a presumir de un boli de cristales de Swarovski que le habían regalado, y yo, desde la última fila, comenté con la gente que seguro que era de los chinos. A la tía le sentó fatal, pero el Zas! que le metí me sentó estupendamente.

9.- El troll.
Todos los profesores guardan en su interior un espíritu de troll que sacan a relucir durante el periodo de exámenes. "No, eso no va a caer", suelen afirmar malévolamente. Y luego, cae. Claro que cae, y la cara de pasmado que se te queda no te la quita nadie. Algún día nos las pagarán...

10.- El buen profesor.

Porque, aunque he tenido la desgracia de aguantar a ciertos especímenes de profesores con los que preferiría no haberme topado, también he tenido la inmensa suerte de coincidir con profesores entregados, preocupados por su alumnado, cercanos, amables. Profesores que engrandecen este oficio tan difícil y lo dignifican, que se dejan la voz en cada clase, porque no les importa tirarse una hora entera hablando sin parar. Además, lo hacen con tanta dedicación, que resulta imposible no prestarles atención. Con ellos cualquier asignatura es mucho más atractiva y motivadora, y su cercanía te motiva en los momentos de agobio. Esos son los grandes profesores a los que merece la pena agradecer y recordar.

Y esto es todo. ¿Añadiríais algún tipo más? Seguro que recordáis a ese profe que hizo de vuestros días de clase toda una odisea.

¡Un beso enorme!